David R. Dubén F. / @daviduben1
Hay una vieja historia según la cual, después que Dios echó a Adán y
Eva del Edén, todos los animales se alejaron de su entorno y solo un perro permaneció a su lado. Ello ha
valido como argumento para ilustrar su lealtad y obediencia, que tantos mitos
han producido hasta la fecha. Una de las más conocidas referencias a estos
sensibles animales, es la famosa frase de Miguel de Cervantes en su inmortal
obra, Don Quijote de la Mancha, cuando describe la entrada del Quijote y su
fiel Sancho a un poblado ante el ladrido incesante de los perros. Pero ¿por qué
los perros ladran? Especialistas señalan que las causas están relacionadas con
conductas territoriales; o por miedo, frustración o aburrimiento. Lo cierto es que la famosa frase de Cervantes se convirtió en un valioso
instrumento para explicar ciertas situaciones de la vida humana. Dentro de
estas, cabe perfectamente el campo político donde se ha vuelto una costumbre la
presencia de personajes que imitando la conducta de los perros, pero sin llegar
a ser tan fieles como esos nobles animalitos, ¨ladran¨, ante la presencia de un
enemigo inexistente.
Y ¿qué es ¨ladrar¨ en
política? es atacar sin fundamento valedero la posición de un contrario político
como única forma de poder contrarrestar el respaldo que éste cuenta dentro de
la colectividad. ¿Quienes recurren a
tales subterfugios? Los desesperados, quienes
no entienden que existen verdaderos líderes con una trayectoria propia y
transparente que los respalda. ¿Cuándo los perros ladran? Ya lo dijo Cervantes, los perros ladran cuando
se avanza, es decir, cuando se ejecutan acciones que respaldan el compromiso de
un líder con su colectividad. ¿Por qué ladran los perros? en unos casos, es por fidelidad a un amo y en todos, por
mediocridad del personaje. ¿Ejemplos? Son muchos, la mayoría pertenecientes al
oficialismo, quienes atacan a los líderes, casos Henrique Capriles y Alfredo
Díaz solo para ganar prebendas con su amo. ¿Qué hacer? No existe una receta
para contrarrestar esa burda estrategia, solo cabe esperar que así como sucede
en la vida real, los perros se cansen de perseguir carros o a su propia cola. Si
es importante, para efectos de la salud de esta fauna política, que los premien
con uno que otro gesto cariñoso, no vaya a ser que cual Argos, el perro de
Odiseo, se mueran de tristeza por haber sido ignorados por su amo.
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