martes, 17 de junio de 2014

Alfredo Díaz: un gran líder para un pueblo grande



Alfredo Díaz: un gran líder para un pueblo grande
David R. Dubén F.
Dentro de la gama de frases famosas que abundan en el campo político, hay una muy conocida que resalta debido a su popularidad: cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Si bien, desde el punto de vista semántico, en el significado de la misma no pareciera haber una valoración ni buena, ni mala, esta celebre expresión ha servido durante mucho tiempo para destacar lo negativo y justificar las calamidades que sufren los pueblos por culpa de sus malos gobiernos. Al respecto, pensamos que tal premisa no puede ser aceptada como absoluta pues la experiencia nos indica que si bien los pueblos han cometido errores garrafales al seleccionar a sus mandatarios, también existen casos donde el gobernante electo ha correspondido a la confianza depositada en él, cumpliendo con creces el compromiso asumido. 

Profundizando sobre nuestro criterio, debemos precisar que aun cuando hablamos de ¨errores¨ nos referimos al derecho que asiste al pueblo soberano a equivocarse. Este privilegio que disfruta el pueblo soberano de cierta manera lo exculpa de los desastres de sus gobernantes. Por tal motivo, más que responsabilizar a la gente de los malos gobiernos, pensamos que la falla está en quienes se han erigido como líderes de ese pueblo y no han podido o no han sabido responder a las exigencias de una sociedad cargada de innumerables problemas. En este sentido, sostenemos la tesis de que los buenos o malos gobiernos están en correspondencia con las aspiraciones de trascendencia de sus líderes, es decir, depende del carácter con que asumen la responsabilidad de gobernar, ya sea si lo hacen para satisfacer apetencias particulares o grupales o si por el contrario, privilegian los intereses del pueblo. 

El problema fundamental de algunos de estos líderes es el de no estar en sintonía con la grandeza de su pueblo, de su gente, de ahí, el bajo nivel de compromiso con que asumen el ejercicio de administrar los recursos públicos. En la mayoría de los casos pareciera que a estos  les ha quedado grande el pueblo que los eligió aunque existen honrosas excepciones. De ahí, el titulo de nuestro articulo pues creemos que Alfredo Díaz es uno de estos casos excepcionales pues ha dado demostraciones palpables de ser un verdadero líder que comprende claramente la importancia del rol que le ha tocado desempeñar como alcalde de un pueblo grande, noble, digno pero sobre todo, luchador tal cual como nuestra raza guaiquerí. Mientras otros gobernantes en diversas esferas del poder se dedican a cultivar proyectos personalistas, Alfredo Díaz ha sabido encaminar a un pueblo por la vía del progreso, el bienestar y la modernidad que se merece. Dejando atrás una época oscura de malos gobiernos que sin lugar a dudas no nos merecíamos los porlamarenses. 

Si algo caracteriza la personalidad de este gran líder, es el hecho de no temer a la grandeza y a querer trascender, pero entendiendo que el único camino  para lograrlo es conduciendo a este grandioso pueblo por el sendero de la felicidad, la prosperidad y elevando su calidad de vida. En nuestro país  y particularmente en el estado Nueva Esparta abundan los ejemplos de gobernantes pasados y presentes que no han querido asumir esta responsabilidad y al contrario han quedado marcados en la historia como pequeños lideres que no supieron aprovechar la oportunidad que el pueblo les brindó. Ya lo dijo Shakespeare No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros la grandeza les queda grande. Saquen sus propias conclusiones de quién es quién en nuestro estado, la tarea no es nada difícil, la historia los está juzgando. Y duélale a quien le duela, más temprano que tarde se hará realidad la frase que se oye en todos los rincones de nuestro territorio insular: PORLAMAR ES NUEVA ESPARTA.

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