Ingobernabilidad
por exceso de incompetencia
Politólogo
David Dubén F.
El
título que encabeza este artículo pareciera referirse a un diagnóstico médico,
de esos que reciben los pacientes cuando acuden a los consultorios y centros de
atención sanitaria. De cierto modo, el paralelismo con la situación nacional
resulta hasta obvio. Venezuela está enferma; la escasez, la inflación, la
criminalidad y la carencia de servicios públicos no son más que síntomas de una
enfermedad que, con la terminología politológica, podemos calificar de
“ingobernabilidad”; la causa médica de este padecimiento ha sido la incapacidad
e incompetencia del Gobierno Nacional para resolver los problemas esenciales de
los venezolanos y crear condiciones favorables al desarrollo del país.
Sobre
la gobernabilidad se comenzó a hablar en la década de 1970, cuando los países
desarrollados empezaron a enfrentar dificultades para resolver los problemas
emergentes con la estructura de gobierno tradicional. Esta dinámica impactó
negativamente tanto sobre la eficacia como sobre la legitimidad de los
gobiernos, obligándolos a adoptar nuevos métodos y formas de gestión, más
centrados en la colaboración con los actores sociales que en el ejercicio
arbitrario de la autoridad estatal. En otras palabras, hablar de
ingobernabilidad no se refiere a la falta de gobierno o autoridad, sino a la
ausencia de una o de las dos condiciones necesarias que conforman la
gobernabilidad: LEGITIMIDAD+EFICACIA.
En
Venezuela, lo que hemos vivido durante estos años ha sido justamente lo
contrario, en lugar de aplicar mecanismos que promuevan la inserción de la
Administración Pública dentro del nuevo paradigma de gobernabilidad que
facilite la consolidación de las instituciones democráticas del país, se adopto
un sistema político personalista de profunda vocación autoritaria que ha
afectado tanto la legitimidad como la eficiencia del gobierno venezolano. De
ahí, que se haya manifestado, un reforzamiento y profundización del
autoritarismo, el burocratismo y el sectarismo político como mecanismos de
gobierno. El mandato de Maduro y el de su antecesor se han caracterizado
precisamente por imponer sus criterios ideológicos y sus mezquinos intereses
políticos por encima de la capacidad técnica, la fortaleza institucional y la
colaboración social esenciales para resolver problemas como la inseguridad o la
inflación.
De
ese modo, han llevado al país a la grave crisis de gobernabilidad que padece
actualmente, en donde sobresale la incapacidad evidente de las autoridades para
darle respuesta efectiva a las necesidades sociales. Lejos de atender
seriamente los reclamos sociales, los esfuerzos del Gobierno se dirigen al
montaje de expedientes para responsabilizar a otros sectores, como el
empresariado, de ser culpables de su propia incompetencia. Mientras que el
resto de los países de América Latina, con sus matices, han avanzado en el
mejoramiento de sus sistemas de gobernabilidad, Venezuela está padeciendo la
versión criolla de las siete plagas de Egipto, generadas por un régimen no solo
autoritario y antidemocrático sino incapaz e incompetente. De la legitimidad
del régimen preferimos hablar en una nueva oportunidad.
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