jueves, 13 de agosto de 2015

Ingobernabilidad por exceso de incompetencia | Politólogo David Dubén F.

POLÍTICA DE ALTURA
Ingobernabilidad por exceso de incompetencia
Politólogo David Dubén F.

El título que encabeza este artículo pareciera referirse a un diagnóstico médico, de esos que reciben los pacientes cuando acuden a los consultorios y centros de atención sanitaria. De cierto modo, el paralelismo con la situación nacional resulta hasta obvio. Venezuela está enferma; la escasez, la inflación, la criminalidad y la carencia de servicios públicos no son más que síntomas de una enfermedad que, con la terminología politológica, podemos calificar de “ingobernabilidad”; la causa médica de este padecimiento ha sido la incapacidad e incompetencia del Gobierno Nacional para resolver los problemas esenciales de los venezolanos y crear condiciones favorables al desarrollo del país.

Sobre la gobernabilidad se comenzó a hablar en la década de 1970, cuando los países desarrollados empezaron a enfrentar dificultades para resolver los problemas emergentes con la estructura de gobierno tradicional. Esta dinámica impactó negativamente tanto sobre la eficacia como sobre la legitimidad de los gobiernos, obligándolos a adoptar nuevos métodos y formas de gestión, más centrados en la colaboración con los actores sociales que en el ejercicio arbitrario de la autoridad estatal. En otras palabras, hablar de ingobernabilidad no se refiere a la falta de gobierno o autoridad, sino a la ausencia de una o de las dos condiciones necesarias que conforman la gobernabilidad: LEGITIMIDAD+EFICACIA.

En Venezuela, lo que hemos vivido durante estos años ha sido justamente lo contrario, en lugar de aplicar mecanismos que promuevan la inserción de la Administración Pública dentro del nuevo paradigma de gobernabilidad que facilite la consolidación de las instituciones democráticas del país, se adopto un sistema político personalista de profunda vocación autoritaria que ha afectado tanto la legitimidad como la eficiencia del gobierno venezolano. De ahí, que se haya manifestado, un reforzamiento y profundización del autoritarismo, el burocratismo y el sectarismo político como mecanismos de gobierno. El mandato de Maduro y el de su antecesor se han caracterizado precisamente por imponer sus criterios ideológicos y sus mezquinos intereses políticos por encima de la capacidad técnica, la fortaleza institucional y la colaboración social esenciales para resolver problemas como la inseguridad o la inflación.

De ese modo, han llevado al país a la grave crisis de gobernabilidad que padece actualmente, en donde sobresale la incapacidad evidente de las autoridades para darle respuesta efectiva a las necesidades sociales. Lejos de atender seriamente los reclamos sociales, los esfuerzos del Gobierno se dirigen al montaje de expedientes para responsabilizar a otros sectores, como el empresariado, de ser culpables de su propia incompetencia. Mientras que el resto de los países de América Latina, con sus matices, han avanzado en el mejoramiento de sus sistemas de gobernabilidad, Venezuela está padeciendo la versión criolla de las siete plagas de Egipto, generadas por un régimen no solo autoritario y antidemocrático sino incapaz e incompetente. De la legitimidad del régimen preferimos hablar en una nueva oportunidad.



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