¿Y quién es ese Alfredito Díaz?
David R. Dubén F. |
Esa
era la pregunta que se hacían muchas personas en diferentes lugares del país,
una vez conocidos los resultados de las elecciones municipales del pasado ocho
de Diciembre del año 2013. Para algunos fue una sorpresa que Alfredo Díaz venciera al candidato
madurista, habida cuenta de la aureola de superestrella que rodeaba su imagen y
por el desconocimiento del carisma, liderazgo y trayectoria de quien, a la postre resultó el vencedor. A
manera de anécdota quiero comentar la llamada de un hermano del alma quien me
dijo ¨vamos por Alfredito; tengo amigos
que están apostando un millón de bolívares fuertes en su contra¨; yo le
respondí que como compañero y amigo de muchos años no podía permitir que se
embarcara en esa aventura, que ni se le ocurriera poner medio de su bolsillo
pues estábamos preparados para afrontar con éxito esta contienda y teníamos un
trabajo realizado en las bases populares, así como a nivel organizativo y
estratégico, que nos garantizaban el
triunfo. Fue tanta mi insistencia que al final me creyó y hoy día está
agradecido por la advertencia que le hice.
El
caso de este amigo, no es diferente al de algunos colegas de diversas partes
del país quienes conocedores de la relación de trabajo que mantengo con
Alfredito, permanentemente se comunicaban conmigo y me expresaban su pesimismo
en cuanto a las posibilidades de triunfo del alcalde en ejercicio. Estas
posiciones aquí descritas son entendibles pues desde que Maduro anuncio que su
candidato para el municipio Mariño era nada menos y nada más que Dante Rivas,
el mismo que había ocupado diferentes posiciones dentro el Ejecutivo Nacional y
quien se había ganado una fama mal merecida de buen gerente, ciertas personas
desconocedoras de la realidad del municipio daban como un hecho su éxito. Hasta
llegaron a tildar de loco a Alfredo Díaz cuando aseguró públicamente que
prefería enfrentar a dicho candidato, quien representaba la principal carta del
oficialismo y él, como competidor nato, quería vencer al mejor pues su victoria así
tendría un mayor significado.
Pasada
la euforia del contundente triunfo, dedique tiempo explicando a mis amigos y
colegas quien es Alfredito Díaz. El primer y principal aspecto que
resaltaba era el carisma que solo poseen los lideres natos, aunado a una gran
sensibilidad humana, que ha moldeado a un luchador social consustanciado con
las necesidades de la gente pues su origen humilde pero digno, le han valido
una plena y absoluta sintonía con los asuntos que son de interés del pueblo.
Esto representa para Alfredito el activo fundamental de su imagen como político
pues le ha permitido establecer una empatía con el pueblo, que ve un su persona
uno más de ellos y que confían plenamente que bajo su liderazgo siempre habrá
mayores posibilidades de tener una mejor calidad de vida. El segundo elemento
que destacaba era su gestión, la cual, en apenas de poco más de cuatro años
había resuelto los problemas más urgentes de la ciudad, la misma que recibió en
las peores circunstancias luego de largos años de abandono.
Este
hecho tiene mayor importancia, por las evidencias palpables de trabas y
obstáculos que desde las instancias del gobierno nacional le han impuesto a su
gestión, a pesar de ello, con esfuerzo, tesón, iniciativa, eficiencia y
responsabilidad en el manejo de los recursos, se ha llevado adelante una
administración sana que ha sabido dar respuesta oportuna y eficiente a las
demandas de la gente. Justamente, como parte de ese compromiso, se han
implementado y desarrollado novedosos programas sociales que benefician a los
más necesitados, sin mezquindad, ni sectarismo. Aunque en la actualidad faltan
cosas por hacer, el simple hecho que el CONAPRI haya colocado a Porlamar como
la segunda ciudad del país más atractiva para invertir, ya es un reconocimiento
de los logros y aciertos de esta gestión y una confirmación de que estamos por
el camino correcto.
Nunca
faltarán quienes por mediocridad o simple celo político, traten de menospreciar
el trabajo de Alfredito, especialmente aquellos que pertenecen a esa extraña
fauna de perros de la política, quienes para congraciarse con sus amos, le
ladran a cuanta persona osa atravesarse en su camino. A esos se le recuerda que
el liderazgo y el respeto no se decretan, no se heredan, y menos se compran; no
todo en la vida puede ser visto como un negocio, tal cual la visión de los pocos
que no le perdonan al alcalde Alfredo Díaz, que anteponga su compromiso con la
gente a los intereses de grupos o particularidades como estaban acostumbrados
en el pasado. Aquí cabe recordar el refrán:
más hace el lobo callando que el perro ladrando. Hasta la próxima.
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